Sobre la ópera
Tras el triunfo de Tosca (1900), Puccini se tomó un tiempo de descanso y aunque deseaba mantener viva la extraordinaria energía creadora y el éxito de sus tres últimas obras (Manon Lescaut, La Bohème y Tosca), el compositor no tenía demasiado interés en volver a trabajar. Sin embargo, en una carta enviada a Ricordi desde su casa de Torre del Lago le pregunta si ha escrito a Nueva York a propósito de aquel argumento americano.
Puccini se refería a la obra de teatro Madame Butterfly de David Belasco (1853-1931) que había visto en julio de 1900 en un teatro de Londres, coincidiendo con el estreno de Tosca en la capital británica y cuyo texto había conseguido. El drama de Belasco a su vez estaba basado en el cuento Madama Butterfly (1898) del escritor estadounidense John Luther Long (1861-1927). Éste narraba en su obra la historia de una geisha adolescente que llega a las puertas del suicidio después de ser abandonada, junto con su hijo, por un oficial de la Marina americana. Esta historia se la había contado a Long como un hecho real su hermana, Jennie Correll, esposa de un misionero metodista americano establecido en Japón. La Sra. Correl pasó unos cuantos años en Nagasaki con su marido y allí conoció personalmente el estilo de vida de los personajes que luego se incorporarán a la narración. Como hemos comentado, en el relato de Long la geisha no muere, al igual que en Madame Chrysanthème (1887) de Pierre Loti, segunda fuente literaria –primera, cronológicamente- de la ópera Madama Butterfly. Al igual que Belasco, Puccini y sus libretistas modificaron el final de la ópera por razones teatrales obvias: la geisha debía morir. Su suicidio pasaría a ser el momento culminante de la tragedia, el irrenunciable clímax de una historia conmovedora que no podía acabar de otra forma.
El estreno de Madama Butterfly en Milán, el 17 de febrero de 1904, se saldó con un rotundo fracaso. El público y la crítica alegaron defectos en la composición y errores en la dirección de escena. Puccini retiró la ópera de cartel y se puso a trabajar para el estreno de Brescia que tuvo lugar el 28 de mayo de 1904 con gran éxito. La nueva versión de la ópera, extensamente revisada y corregida, sufrió ulteriores modificaciones para los estrenos de Londres y París. Pese a todos los cambios Puccini escribió una partitura sutil, empleando la técnica del leitmotiv, orquestada con maestría y llena de su personal e irrefrenable melodismo. Por otra parte, desde el punto de vista dramático el personaje de Butterfly predomina de principio a fin de la ópera, casi como única protagonista, ofreciéndonos un magnífico tratado y un incisivo estudio de la psicología femenina en música. A pesar de los sinsabores del estreno y de todas las vicisitudes de la obra, de las acusaciones que califican a la ópera de efectista y a su partitura de escasa calidad estética, en la actualidad Madama Butterfly figura entre las óperas de Puccini más representadas y tiene admiradores entusiastas en todo el mundo. Sus eventuales defectos no han menoscabado en lo más mínimo su éxito que dura ininterrumpidamente desde hace más de un siglo.